Renacer en el Duelo

 Renacer en el Duelo


El vacío se extiende como una sombra persistente,  

un eco de tus pasos que ya no están,  

mi alma tiembla, perdida en la ausencia,  

¿cómo se sobrevive a la pérdida de un todo?


El dolor es un río subterráneo,  

fluyendo silencioso, llevando recuerdos,  

cada lágrima, un fragmento de lo que fuimos,  

cada sollozo, una conversación inconclusa.


El duelo se instala como una segunda piel,  

una capa de tristeza que me envuelve,  

camino en círculos en un laberinto de emociones,  

buscando una salida que parece esquiva.


En la quietud del sufrimiento,  

nace una chispa, pequeña y frágil,  

una esperanza de transformación,  

un renacimiento desde las cenizas del dolor.


El corazón, aunque roto, aprende a latir de nuevo,  

cada pulso, una afirmación de vida,  

las cicatrices se convierten en mapas,  

en guías hacia una nueva comprensión.


El duelo es un maestro duro pero sabio,  

mostrándome la profundidad del amor y la pérdida,  

enseñándome a encontrar luz en la oscuridad,  

a ver belleza en las sombras de la memoria.


Las lágrimas, al secarse, dejan huellas de fuerza,  

un testimonio de mi resistencia,  

mis pensamientos, antes atrapados en el ayer,  

se abren paso hacia un mañana incierto pero posible.


En la soledad encuentro mi voz,  

una melodía de tristeza y esperanza,  

cada nota, una afirmación de mi humanidad,  

cada silencio, una pausa para la reflexión.


El duelo no es un final, sino un proceso no lineal,

un viaje hacia la aceptación y la renovación,  

cada paso que doy es un acto de valentía,  

cada suspiro, una promesa de seguir adelante.


Renazco del dolor, transformada y fuerte,  

te mudas ahora y habitas en mi corazón,  

no como una carga, sino como la luz,  

El faro en mi camino hacia la paz,

anhelada paz, eres bienvenida.


-Silvana Valenti




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