En el lenguaje mudo de su piel,
mis dedos enredaron ansias locas,
las prisas del pasado congelan mis sentidos.
Abrupto sollozo de la noche,
Chillidos, remolinos titilantes
desgajan pesares en los muros grises.
Tendido el corazón en el diván,
solloza en notas de sublime alegría.
Aquellos los recuerdos de mi madre,
reposan ya en mi vientre seco.
Respiros de un pasado que se asoma,
los lirios en los campos de mi mente
rasguñan sin piedad mis pensamientos.
Colgados del rumor de la amapola,
los niños en la escuela tiñen sueños,
desvelos de apetitos en ayuno
que sirven las memorias de mis versos.
Silvana Valenti
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