El eco de tu risa se desvanece,
y en el vacío se viste con tu ausencia.
Las paredes murmuran los secretos
que sólo nuestros corazones conocían.
Las horas se arrastran, pesadas,
cada tic-tac es un recordatorio de lo irrecuperable.
El mundo sigue, indiferente,
mientras yo recojo los pedazos de un ayer compartido.
En mis noches de insomnio, sin testigos,
busco tu reflejo en estrellas fugaces,
anhelando tu luz,
un signo, un alivio.
Aprendo a respirar bajo el agua del dolor,
a caminar en el filo del recuerdo sin caer.
El duelo es un arte solitario,
pintando esperanzas en el lienzo de la tristeza.
Se convierte el corazón
En la pluma de mis letras
Con la tinta carmesí de mis memorias
Que no rompen nuestro juramento.
Silvana Valenti
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