Tempestad Interior
Comienza con un murmullo,
un eco lejano que se amplifica,
voces que se multiplican,
mi mente, un tablero de ajedrez,
donde las piezas se mueven solas.
Los colores se vuelven más vivos,
las sombras más profundas,
un vértigo de imágenes,
realidad y fantasía chocan,
perdiendo el equilibrio.
El suelo se desmorona,
mis pies ya no tocan tierra,
floto en un mar de incertidumbre,
las olas son pensamientos oscuros,
las corrientes, miedos insondables.
Gritos silenciosos llenan mi cabeza,
rostros que se disuelven en la nada,
cada palabra, un puñal,
cada susurro, un vendaval,
mi corazón corre, pero no encuentra salida.
La presión aumenta,
mi pecho se convierte en una jaula,
el aire es un lujo escaso,
mi mente se fragmenta,
cada pieza, un reflejo distorsionado.
Entonces, un respiro,
un rayo de sol en la tormenta,
inhalo profundamente,
busco la serenidad en mi centro,
un faro en la tempestad.
Las voces empiezan a callar,
las sombras se desvanecen,
los colores regresan a su lugar,
el caos cede paso a la claridad,
mi mente se calma.
Poco a poco, vuelvo a mí,
las piezas del tablero se alinean,
la tierra firme bajo mis pies,
los ecos se disipan,
el silencio regresa.
Respiro con alivio,
mi mundo encuentra su orden,
la paz vuelve a su trono,
soy yo, intacto,
después de la tempestad interior.
-Silvana Valenti
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